lunes, 24 de diciembre de 2012

La bague d'ingénieur


Me había llamado la atención desde el primer día. Aquel chico llevaba un anillo plateado en el último dedo de la mano derecha, algo poco habitual. Me recordaba vagamente a un estilo celta pero no acababa de ubicarlo. En algún momento me lo quedé mirando más de la cuenta y acabé preguntando "¿Y ese anillo qué significa?". La respuesta fue de lo más curiosa: "Es un anillo de ingeniero civil".
"¿Un anillo de quéééééééé?"

Entonces el chico me explicó que en Quebec, en el acto de graduación al fin de la carrera, les entregaban ese anillo que les tenía que recordar la gran responsabilidad que tiene un ingeniero cuando está trabajando en la proyección de una obra. Y que siempre, siempre, siempre lo tenían que llevar en le dedo meñique de la mano "que trabaja".
Me contó que se inició tras el derrumbre del Puente de Quebec en dos ocasiones, 1907 y 1916, aunque creo que esto es una leyenda. El anillo no es de plata sino de acero. Sí que parece que la tradición se originó con la idea de unir la profesión y que se lleva haciendo desde 1925. Pero a pesar de los años la tradición sigue bien vigente, mi amigo me contó que se sigue llevando el anillo toda la vida y qué él, personalmente, no tenía ninguna intención de quitárselo. Es fácil reconocer a un ingeniero canadiense, solo hay que mirar si lleva el anillo de ingeniero (le jonc d'ingénieur).

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Hace unos días contacté con un amigo alemán del que hacía tiempo no sabía nada. Era su cumpleaños y le quise felicitar. Me contó que ahora vive en Canadá, y como él mismo es ingeniero, le voy a preguntar sobre el tema...

jueves, 20 de diciembre de 2012

Microrelato


Aún no se sabe si fue el humo ascendiendo de esos labios sinuosos lo que la flechó a cruzar directa a la otra acera. Era la segunda señal de la noche pero no se quedó a esperar la tercera.

martes, 4 de diciembre de 2012

Con D de diciembre

Con_D_de_diciembre
Es diciembre. Fuera hace frío. Dentro, también. Ruth no puede dormir, su mente está en plena ebullición pero no consigue ordenarla. Coge un lápiz y empieza a escribir, lo que salga. Hace unas horas, estando en el teatro, recordó a los repentistas (¿quiénes son?) de los que oyó hablar por primera vez en el concierto de Jorge Drexler, hace ya más de un año. Y todo porque arriba en el escenario pidieron palabras al azar para construir con ellas 1, 2 y hasta 3 canciones. Parto, tulipán, ignorancia, gato, mañana y alguna otra que ya no consigue recordar. Hay que tener recursos, inventiva y rapidez mental. Y el actor dedicó la última de ellas a una espectadora embarazada de un Mario.

Como Adriana, que está a punto de nacer, aunque hoy la luna está llena y todavía faltan quince días. Está lista, ha llegado el momento y no va a esperar más porque ya empezó el último mes del año, que para ella siempre será el primero. Al fin y al cabo, todo es cuestión de perspectiva.